
El Fausto, demonio insaciable.Sus barbas seducen nuestros cuerpos mientras su lengua saborea excitada losgenitales enhiestos de esta atrevida existencia. Vemos cómo sádicamente susdedos penetran nuestros más vergonzosos agujeros y gemimos plácidos. Leverkühncompuso su Canto de dolor del Doctor Faustus, Thomas Mann escribió la novelaque no es más que la canción misma. Pero el Fausto sigue acariciando cada velloerizado mientras violonchelos, barítonos y pianos juegan a la inmortalidad enla danza apestosa de la Historia.
Risueño el sátiro recorre lossalones de sus casas regando su esperma y cada ojo mirando a un punto distinto.Esto no es un cuento, ni un relato, es un insulto, ¡Unheimlich! Mientras eseendriago decora las vanidades de sus madres con el fruto de su delicia vulgartodos reímos apretando con nuestras mugrientas manos las horribles barrigas quese desprenden de una cadena de huesos amarillos y perforados. Yo sólo espero agehenna y sus pezones agrios. Atento a su llegada asisto a la presentación deesos gordos cuya lengua alcanza a lamer anos calurosos de vapores asfixiantes,y cuyos ojos reflejan almas encerradas en cestas de mierda y dedos sensualesmanoseando bocas sedientas. Ya saltarán a lamer el rastro del sátiro anteustedes, cruzarán el arco de sus piernas no sin antes detenerse a examinar suentrepierna, ¿y qué harán para evitarlo? ¡Pérfidos! Entréguense a mí como yo aellos. Mis manos carrasposas no encuentran ya superficies que les produzcanpeores náuseas que las ya experimentadas. Los párpados que solían proteger losojos que por desgracia cumplían bien su función se han cansado de aferrarse alolvido. Hay un cuerpo vivo en mi garganta que ha venido creciendo a medida quevoy satisfaciendo sus erecciones. Esto lo han vivido muchos otros, Sade,Beethoven, ¡La Gran Puttana! Yo soy sólo un paria, un balitre en la escenografíadel Orco bañado en gloria y herejía, pues sólo con Él se pueden aspirar lasobras excelentes.
Aquel otro miserable se regodeacon masturbaciones crucifixiales, introduciendo cetros dorados per posteriori parte spine dorsi mientrassu único fruto es inmolado por humanos que gustan del sano placer de ver a unafiera devorar otro hombre. Pero no olviden al Fausto ni al sátiro, no permitanque mis cavilaciones, lo único libre que tengo, intervengan en su contemplacióndel ¡Espejo! Contemplen mientras puedan lo que consideran bello, pues a lascosas bellas les enfurece serlo y están empeñadas en demostrarles que son, porel contrario, heces de ángeles enjutos con cavidades de gusanos por ojos yvergas negras por lenguas.
No dejen nunca de mirar lasbarrigas de esos gordos que lamen el rastro del sátiro y cuando la vanidad y elorgullo se los permitan, deslicen su mirada hacia el averno y se encontrarán enel camino con una protuberancia regocijante de inmundicias en su vientre y unalengua que llega al suelo. Esto era todo lo que entre pagar y castigar puedohablarles, ya pueden dejar de chuparse los dedos.
ILUSTRACIÓN: NEPHILIM
TEXTO: COPRÓLALO